La estructura, divida en cuatro partes (un fin de semana cada parte) combina diferentes técnicas terapéuticas, de meditación y artísticas con el fin último de vislumbrar a El Loco en nosotros mismos. Nos aproximamos a él a través del niño interior, del clown y el bufón. Hacemos un viaje con la imaginación a través del tiempo para rescatar a nuestro niño herido y encaminarlo hacia sus cualidades luminosas. Hacemos que el individuo tome conciencia de su condicionamiento, de cuándo el niño fue reprimido principalmente en su capacidad de expresar emociones, de ser él mismo, de ser creativo. El enojo y el dolor son las llaves para reconectarnos con el momento en que nos perdimos. Después se enseña la risa y la dimensión extática para encaminar al niño hacia la sanación.
Al tiempo que este proceso avanza, los participantes en su desarrollo hacia el juego y la espontaneidad, encuentran su máscara con el propósito de ir rastreando a El Loco. El taller-iniciación cuenta con una estructura práctica y muy clara, al estilo zen. Utilizamos también la danza y la música para apoyar el rescate de la sensibilidad del niño frente a los demás.
El taller no sólo actúa en los planos terapéuticos sino que busca mostrar diferentes expresiones artísticas para despertar la necesidad creativa de la persona. El teatro, la danza, la pintura, la actuación, la música, la escritura, la meditación y la terapia, nos darán la posibilidad de vislumbrar a El Loco en nosotros mismos y realmente adquirir una visión nueva sobre nuestra realidad, una visión con una tendencia hacia la luz, hacia el lado lúdico de la vida. Es nuestra decisión estar alegres o tristes, sufrir o reír.
"El clown es un hombre-actor que se sumerge en su propia intimidad y a partir de allí ayuda a que aparezcan sus aspectos mas ridículos o aquellos no tan "aceptables". Mientras toma valor y pierde el miedo a aceptar su propia verguenza, comienza a reconocerlos y así, en ese estado, se muestra al público frente a su primordial necesidad: "Los necesito, me siento solo y tengo necesidad de todos ustedes".
El punto de apoyo del clown es el vacío, él no sabe, sólo sigue su impulso, estando atento a lo que le sucede a él y al público. Todo esto lo realiza desde el juego, lo más serio que sabe hacer. No es un personaje pensado o armado. Ya existe. Sólo hay que permitir que aparezca y que nos lleve a cualquier lugar o situación.
Sin juzgarse, sin criticarse, sin interpretarse; el clown desconoce estas palabras. Sólo es. Al mostrar su vulnerabilidad, produce en el público cierta identificación, complicidad y sobre todo la risa. Esto abre un espacio para la comunicación entre el clown y el público. Cuanto más serio y sincero es, más risa provoca. La risa es el alimento del clown.
Hay varias acciones-palabras que lo acompañan: Libertad, sinceridad, espontaneidad, juego, improvisación, creatividad, vulnerabilidad, inocencia, complicidad, humor, comunicación. Si todo esto está presente, aparece el clown ."